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sábado, 17 de marzo de 2018

Mediación, crispación y juego de la oca


"Si todos piensan igual, nadie piensa demasiado" Walter Lippmann

Vivimos crispados, admitámoslo. Según la mecánica de Newton, una partícula no puede seguir una trayectoria curva a menos que sobre ella actúe una cierta aceleración como consecuencia de la acción de una fuerza, porque si esta no existiese, su movimiento sería rectilíneo. Y quizá ahí se encuentre la explicación y el drama de nuestras frustraciones.

Entramos en el milenio con tanta ansia como ingenuidad. La dorada Era de Acuario dejaba atrás dos milenios de civilización reciente, bajo la Era de Piscis, que había tenido el epílogo de dos guerras mundiales en apenas un siglo. Ansiosos por elevarnos de los viejos esquemas, con las emociones aceptadas, reconocidas y controladas, el ser humano nuevo se proyectaría rectilíneamente hacia su libertad e independencia. Pero claro, nos faltaba perspectiva, nos sobraba adanismo y nos dimos de bruces con la realidad del mundo. Es decir, de nosotros mismos.

Además, reconozcámoslo, no estábamos preparados. De los grandes descubrimientos que se habían realizado surcando los mares, saltamos a tecnologías que o bien nos superan o simplemente están fuera de nuestro control individual, literalmente. Hemos pasado de los chismes de la plaza del pueblo a las fake news [1] de la aldea global, y no tenemos capacidad analítica para procesar tanta información, [2] ni hemos aprendido lectura de imágenes, para poder diferenciar la representación con lo representado en la era digital. Estamos deficitarios de memoria ROM y sobrados de RAM. [3] Y además la segunda es volátil... Como, además, descansamos poco y alteramos el sueño en su fase REM, [4] no colaboramos nada en mejorar nuestra memoria. En el fondo, aceptémoslo, tenemos miedo. La infantilizada "sociedad del pánico". Estamos atrapados en la red, dando demasiadas vueltas sobre nosotros mismos, saltando de nodo a nodo como en las casillas de un tablero de juego, sin tener la certeza de llegar a ninguna parte, ni saber cuándo finaliza la partida. De alguna manera intuimos esas fuerzas que condicionan nuestras trayectorias que, de tanto curvarse, ya se nos antojan una espiral laberíntica, pero sin el alivio de los atajos de “agujero de gusano”. [5] Y entonces nos inquietamos y crispamos. Unos más, otros menos. Pero no dejamos de acelerarnos, o de que nos aceleren. Unos en positivo, quizá como una huida hacia adelante, algunos llegando al éxtasis del buenismo, otros más malamente con denuncias, acusaciones, y ya puestos, calumnias o injurias. Demasiadas veces al taimado amparo del anonimato. Sistemáticamente tendemos a confundir al contrincante con el enemigo, la verdad está solo con nuestra tribu y solo nos manipulan los otros. Como decía alguien, todos están a lo suyo, menos yo que estoy a lo mío. En general, nos falta información veraz, contrastada y fiable, procesamos deficientemente la que tenemos y seguimos siendo bastante indocumentados y suficientemente infelices. [6]

Sin embargo, y para sorpresa de nuestros antepasados si tuvieran la ocasión de verlo, el mundo no está peor que en otras épocas. Si lo dudan, lean a Steven Pinker. [7] Aunque pueda parecer lo contrario, y pese al vértigo que nos provoca la indignidad del drama humano de los escenarios bélicos, la violencia cotidiana y sus consecuencias, que nos muestran los servicios informativos en los medios de comunicación, lo cierto es que hay menos conflictos armados y menos víctimas mortales. Y en el terreno de la pobreza también hay una reducción del número de los que se pueden considerar pobres en el mundo. Lo afirma el director del Centro Noruego para la Construcción de la Paz. [8] En 1980, el 90% de los países estaban bajo un gobierno militar. Hoy la proporción se ha invertido: más del 90% son democracias. Todo lo deficitarias que quieran, pero democracias. Podríamos hablar de salud, de avances en calidad de vida, de educación, mayores expectativas de vida, menos mortalidad infantil. Claro, también podemos hablar de desigualdad, desequilibrios, inmigración, crueldad, de distribución de la riqueza, abusos, refugiados, explotación, mafias, injusticias. Vamos, del mundo. Es decir, de nosotros. Pero ya había mencionado antes que nos falta perspectiva. Y es que nuestros cerebros están estructurados para prestar más atención a lo negativo, a lo que represente algún peligro, que a lo positivo. Cosas de nuestra amígdala cerebral dicen, del complejo-R, nuestro cerebro reptiliano y sus memorias ancestrales (un mito, para algunos doctos académicos, útil sin embargo como conjunto de técnicas para litigar que se estudia en las escuelas de práctica jurídica: la estrategia del reptil.)  [9]

Hay confrontaciones, cierto. Violentas, también. Brutales, sí. Pero nos rasgamos demasiado pronto las vestiduras ante realidades presentes y nos falla la memoria histórica. Denunciamos la violencia, pero salimos a romper cristales con cualquier excusa. Descontextualizamos con excesiva e impaciente frecuencia. Nos llegan los ecos con imágenes destacadas de los salvajes enfrentamientos entre facciones del Islam, pero olvidamos que, sin ir más lejos, “en Europa, las guerras de religión entre católicos y protestantes duraron casi un siglo y medio. Los combates no acabaron (con la paz de Westfalia en 1648) hasta que Alemania perdió una cuarta parte de su población en la guerra de los Treinta Años.” [10] Ciento cincuenta años de enfrentamientos bélicos entre cristianos.

La irrupción de prácticas de guerra brutalmente efectistas e inhumanas en el escenario internacional desarrolladas en los últimos años, particularmente por organizaciones terroristas apoyadas y pertrechadas por los gobiernos de los estados top de la geopolítica mundial de uno y otro signo, que aparentemente se amparan en el derecho islámico, sin duda ha contribuido a inflamar una ceremonia de la confusión universal, no solo entre creyentes y no creyentes, también dentro de la comunidad musulmana.

Sorprende, sin embargo, comprobar cómo los juristas musulmanes han proporcionado a lo largo de la historia una literatura jurídica tan desconocida como amplia que, al igual que el Derecho Internacional Humanitario, ha pretendido la protección de las víctimas de los conflictos armados, acercando la humanidad a la guerra.[11]

Infelices e indocumentados, decíamos. También muy poco tolerantes, cuando el zapato que nos aprieta es el nuestro. Y acríticos. Además de bastante hipócritas. Pretendemos soplar y sorber al mismo tiempo, al ritmo de lo políticamente correcto en cada momento. Estamos a favor y en contra de la justicia retributiva y de la restaurativa (aunque en el sentir de algunos especialistas no nos aclaremos demasiado bien en los conceptos), con el victimario y la víctima (aún, cuando solo nos limitemos a organizarles minutos de silencio a estas últimas, acompañados por música de cuerda y el eco de aplausos baldíos), queremos la reinserción social de quienes han cometido un delito o sufren las consecuencias de sus hábitos tóxicos, pero no queremos en la proximidad de nuestros vecindarios ni centros penitenciarios, ni centros de atención a drogodependencias, ni servicios sociales que incomoden nuestras vistas del paisaje urbano.

Los operadores, gestores de conflictos y la comunidad mediadora tampoco es ajena a estos escenarios de crispación y confusión. Se confunde, con demasiada frecuencia, la discrepancia y la crítica en la confrontación de ideas, con la traición al dogma del cambio de paradigma en la consecución de la cultura de la Paz. ¿Es qué existe alguna uniformidad para imponer estándares excluyentes que señalen una u otra dirección de llevar a cabo una práctica determinada para la resolución de conflictos?[12]¿Quién decide, y con qué criterios, quienes sobran en la búsqueda de la concordia? Con mejor o peor fortuna en sus planteamientos y proyectos, sería ingenuo desconocer que pueden concurrir intereses contradictorios, perfectamente legítimos como en toda comunidad humana entre sus miembros. Pero que no explica, ni puede justificar, que nos vayamos perdiendo el respeto mutuo. Es verdad, que los lícitos intereses del bussiness chirrían en demasiadas ocasiones con la incoherencia de franquicias y trust de la exclusividad, en pugna por el mercado de la oferta de servicios. Algo que, además, se marida mal con el espíritu universitario de la universalidad. Pero si la mediación pretende tender puentes entre las partes en conflicto, sus profesionales no deberían actuar de zapadores contribuyendo a la demolición de los que puedan tender otros colegas de oficio. Aunque solo sea por la coherencia de predicar con el ejemplo. Suele ser inútil intentar poner puertas al campo. Existirán puentes, al igual que profesionales, proyectos y programas, buenos, malos, regulares y mediopensionistas, como la vida misma. Los mejor construidos seguirán sólidos y útiles en el tiempo. Los demás quedaran en desuso. Sin más.

La vida, como la práctica de la Mediación, se resume bastante bien en ese juego, que algunos dicen tiene sus ancestrales orígenes en el disco de Phaistos descubierto en las ruinas minoicas del Palacio de Creta, y otros creen más bien que está relacionado con los caballeros de la cruz patada (esa que lucían las carabelas colombinas), la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón, el Juego de la Oca. En realidad, una guía encriptada del Camino de Santiago que, como todos los caminos, es un peregrinaje de ida y vuelta. Pero hay que saber descifrar con acierto las pistas para llegar al final. Al auténtico. E igual que se avanzan casillas, “de oca a oca y tiro porque me toca”, lo que no siempre es garantía de aterrizar en buen lugar, también se puede avanzar o retroceder, “de puente a puente y tiro porque me lleva la corriente...” [13]

Aunque resulte paradójico, lo importante en este juego no es ganar. Como jeroglífico encierra más de un significado y es que lo verdaderamente importante es llegar al final. Algo que para Virginia Burden tiene una fórmula, aplicable también a la Mediación: la cooperación. Es decir, “la convicción de que nadie puede llegar a la meta sino llegan todos.”

Para los más combativos e independientes siempre quedará la Mediación Kung Fu. [14]

Notas.-


[2] “En un mundo tecnológico caracterizado por la comunicación global vía Twitter de 140 caracteres (¡ahora, en versión beta para algunos elegidos, 280!), la volatilidad de la primera plana informativa, y el inevitable conocimiento superficial, la desconfianza (que, sin duda, algunos políticos profesionales han propiciado igualmente) hacia la democracia representativa tradicional (¿existe otra?) parece estar desembocando en la reivindicación de una democracia “soufflé”, tan masivamente participativa, como inconsistente y frágil. De escaso calado, superficial y veleta. Una democracia avatar, en la que lo importante es pulsar compulsivamente, a golpe de "tuit", el botón del voto constante y simple, siempre dual: si o no, blanco o negro, a favor o en contra…, sin más preocupaciones ni requerimientos, sin matices, con debates que no excedan los 59 segundos, reflexiones de todo a cien, y análisis de corta-pega, sin complicaciones que nos lleven al abismo de la responsabilidad individual.” http://alenmediagroup.blogspot.com.es/2017/10/el-mastil-de-la-bandera.html

[3] Memoria de acceso aleatorio en nuestros dispositivos electrónicos. Random Access Memory (RAM), que como su nombre indica, cambia constantemente su contenido. Read-Only Memory (ROM), no es volátil como ocurre con la RAM, por lo que retiene la información incluso cuando apagamos el dispositivo, aunque es más lenta.

[4] REM (Movimientos Oculares Rápidos) Perturbar el sueño REM es malo para la memoria. La cantidad de sueño REM cambia a lo largo del ciclo vital, de modo que los bebes y niños tienen más sueño de este tipo que los adultos, y éstos que los ancianos.http://www.infosalus.com/salud-investigacion/noticia-perturbar-sueno-rem-malo-memoria-20160513063934.html

[5] Puente de Einstein-Rosen: https://es.wikipedia.org/wiki/Agujero_de_gusano

[6] Lo que no dejaría de sorprender a Gabriel García Marquez. https://marcosbl.com/libreria/libro/3101

[7] ¿En verdad el mundo está peor ahora que nunca antes? http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-37484800

[8] Mariano Aguirre, se recoge en el artículo citado en la nota anterior. También Héctor Abad recuerda que, según el pensador austriaco Karl Popper, "la peor influencia de muchos intelectuales (de izquierda y de derecha) era haber convencido a los jóvenes de que estaban viviendo en un mundo moralmente malo y en una de las peores épocas de la historia. A pesar de haber padecido la persecución nazi en los años treinta del siglo pasado, Popper sostenía que esa afirmación sobre la maldad del mundo occidental era una gran mentira. Para él no había habido nunca un sistema social mejor -o menos malo, si quieren- que el consolidado en las sociedades europeas occidentales a finales del siglo XX. Esto, decía, no asegura nada hacia el futuro, pues no existe ninguna ley histórica del progreso".






[14] “En la mediación tenemos que reconocer que algunas personas no llegan mucho más allá del instinto de defensa al primer ataque explosivo. No sólo tenemos que encontrar una manera de redirigir el golpe, tenemos que llegar a la otra parte para que aprenda a hacer lo mismo. De lo contrario, es muy difícil llegar a un acuerdo con alguien que sólo responde defensivamente. A veces, el trabajo del mediador es estar en el centro y redirigir los golpes de ambas partes para que puedan aprender a hablar unos con otros.” Jeffrey Fink está convencido que los mediadores pueden encontrar muchas lecciones, poco convencionales, en las artes marciales. Mediación y Kung fu. http://alenmediagroup.blogspot.com.es/2013/05/mediacion-y-kung-fu.html

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